Cuando Cristóbal Colón llegó a las costas de Cuba el 28 de octubre de 1492, una de las primeras observaciones que hizo fue que los indígenas locales expulsaban humo de la boca. Este humo provenía de pequeños cilindros de hojas secas, las cuales hasta el momento resultaban desconocidas en el continente europeo.
Se trataba del tabaco, una planta que hoy día resulta popular en todo el mundo. La industria del tabaco y los artículos de fumador es bastante amplia y conocida por todos, sin embargo, muchas curiosidades históricas sobre el origen y expansión del mismo resultan desconocidas para la mayor parte de la población.
Contenido
¿Cuál es el origen del tabaco?
La planta del tabaco, su cultivo y consumo se encuentra íntimamente relacionada con la América precolombina. Fueron los indígenas de la zona quienes desarrollaron el proceso de fermentación de las hojas del tabaco, un tratamiento capaz de lograr que estas pierdan parte de su sabor áspero y penetrante.
En América del Sur se cultivaba una variedad denominada Nicotiana Tabacum, de sabor mucho más suave. Por su parte, en América del Norte prevalecía la Nicotiana Rústica, una hoja de tabaco con alto contenido de nicotina, la cual resultaba excesivamente amarga y, por lo tanto, se utilizaba una pipa para fumarla.
Su origen lo podemos situar en las tierras de la cultura maya, unos 2000 años a.C. sobre los territorios de lo que hoy en día es Guatemala, México y Honduras. Dado que estos pueblos se caracterizaron por ser excelentes marineros, se comercializó tabaco con las islas del Caribe, razón por la cual terminó en manos de los indígenas originarios de Cuba para el momento en que Colón hiciera su aparición en 1492.
Al principio, los españoles no prestaron demasiada importancia al asunto, considerando que se trataba de una costumbre propia de los “salvajes”. Fue aproximadamente en 1520, cuando se volvieron adictos al tabaco, no solo en Cuba, sino también los españoles en Haití y el resto de las islas tomadas por la corona.
Expansión mundial del tabaco
Durante el año 1492, el escritor científico Nicolás Monardes, oriundo de Sevilla, le atribuyó propiedades curativas a la planta en uno de sus textos, nombrándola junto al Cardo Santo y otras plantas medicinales. En 1518, un fraile envió a Carlos I una muestra de semillas de tabaco, describiendo la planta, sus propiedades y la forma en que se consumía.
En Francia fue popular entre la realeza, lo cual ocurrió cuando recomendaron la planta al embajador de Francia en Portugal. De hecho, se le conocía como la “planta de la reina” y muchas personas comenzaron a animarse a probar aquella “planta prodigiosa”, que prometía aliviar diferentes males, como malestares de estómago y dolores de cabeza.
La popularización global del tabaco se produjo en medio de la Revolución Industrial, cuando se creó la primera máquina para fabricar cigarrillos, propagándose con ímpetu su consumo durante los años de la I Guerra Mundial (1914-1918), especialmente entre los hombres. Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), las mujeres se incorporaron a su consumo, terminando en su consolidación global.