La invasión de Bahía de Cochinos fue una operación militar que modificó para la siempre la relación entre Estados Unidos y el resto de América. Y es que incubó -sin proponérselo- la violencia guerrillera protagonista en el continente en los años 70; metió a la URSS en el escenario político; puso al mundo al borde de una guerra nuclear e inspiró la doctrina de seguridad nacional que provocó decenas de miles de muertes. Y todo esto, encima, sin lograr ninguno de los objetivos militares y políticos que se habían propuesto.
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Invasión de Bahía de Cochinos
Cuba se había convertido en una obsesión para los americanos, especialmente desde el triunfo de la Revolución (enero de 1959) y, posteriormente, cuando Castro nacionalizó en 1960 las empresas norteamericanas de la isla -refinerías de petróleo, centros azucareros, compañías de teléfono y de electricidad. Así, se quiso llevar a cabo un plan para acabar con el poder de Fidel Castro.
El 16 de abril de 1961, hace casi seis décadas, un pequeño ejército de exiliados cubanos, mercenarios, agentes de la CIA y asesores norteamericanos decidieron invadir Cuba con una clara intención: derrocar a Fidel Castro, asesinarlo e instaurar en la isla un gobierno afín a los intereses políticos y económicos de Estados Unidos.
Parecía prometedor, pero fue todo lo contrario. La operación, conocida como Invasión a Bahía de Cochinos, fue un verdadero fracaso. Un desastre que terminó con gran parte de los invasores muertos, el resto en manos de Castro, y con la revolución cubana más afianzada que nunca.
¿Cómo fue la invasión?
La primera gran torpeza de la CIA ocurrió el 15 de abril, cuando ocho aviones con la bandera cubana, bombardearon los aeropuertos militares de la isla para destruir la aviación de Castro. No lo consiguieron, perdieron tres bombarderos y uno de ellos aterrizó en Miami, con el fuselaje agujereado a balazos, el piloto de cual se presentó como rebelde cubano pidiendo asilo político.
¿Qué ocurrió? Los periodistas terminaron descubriendo que en realidad era un avión norteamericano al que le habían pintado la bandera cubana, que los agujeros de bala no eran de armas antiaéreas sino de pistola calibre 9 milímetros y que, por tanto, todo era una farsa. Así, mientras Fidel Castro afianzaba la revolución cubana y ratificaba el rumbo socialista y marxista de la misma, la CIA seguía cometiendo errores.
En otra ocasión, en un intento de los norteamericanos de invadir parte de la costa, veinte mil soldados, voluntarios y milicianos reunidos por Castro, los rodearon. Se quedaron sin municiones y sin poder defenderse.
Tras dos días de combate, Estados Unidos acepta enviar refuerzos: seis cazas que también cometieron errores, en esta ocasión relacionados con el cambio de hora. Esta sucesión de errores y desastres supuso que Bahía de Cochinos fuera un fracaso para los invasores.
Los datos finales fueron así: aunque nunca se llegó a revelar la cantidad de muertos en combate, se piensa que fueron entre 100 y 400; casi 1.200 fueron apresados; Castro se mostró al mundo como un triunfador; y Estados Unidos sin poder ocultar su papel tan decisivo y trágico en la catástrofe.
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