Este artículo será un resumen conciso de lo que sucedía en el más tristemente famoso de los llamados campos de concentración y exterminio, lugar donde perdieron la vida más de un millón de personas (algunas teorías llegan al millón y medio de víctimas) debido no solo a las ejecuciones, sino también a lo inhumano de las condiciones y el trato que recibían.
Para comprender de verdad lo que supuso, no te conformes con artículos: lee a testigos de primera mano, como Elie Wiesel y, si tienes oportunidad, visita el propio campo, o mejor dicho, el Museo que ahora ocupa su lugar.
Contenido
Los horrores de Auschwitz
Auschwitz I
El primero de los campos construidos. Todavía un campo de concentración, los prisioneros eran obligados a trabajar en esclavitud, sometidos a una explotación salvaje que, junto a la desnutrición y pésima higiene, terminó con las vidas de muchos.
Aquí se hicieron pruebas en las cámaras de gas con el pesticida Zyklon B. Cabe señalar que había sustancias con que la muerte podía ser más rápida, pero los nazis los consideraban demasiado caros. No fueron los únicos experimentos; aquí estuvo el monstruoso Josef Mengele, cometiendo algunos de los aberrantes actos a los que se entregó en sus “investigaciones”. Otro de los peores sujetos relacionados con el holocausto, Heinrich Himmler, fue el responsable, entre otras iniciativas, de la creación de un bloque-burdel destinado a forzar a algunas prisioneras a la esclavitud sexual.
Entre los castigos con que se “disciplinaba” a los prisioneros estaba el confinamiento, a menudo de varios de ellos, en celdas minúsculas donde pasaban días, y en casos más cruentos, eran ejecutados sin más o se los dejaba encerrados hasta que morían por inanición.
Auschwitz II – Birkenau
Este campo de exterminio es el que acude a la mente de la mayoría al oír hablar de Auschwitz. Aquí se situaban las cámaras de gas. Los prisioneros llegaban hacinados en trenes, hambrientos y cansados, y se les separaba. Unos quizá sobrevivirían, Los demás, los considerados “no aptos”, estaban sentenciados. Se les inducía a creer que iban a ducharse, guiandolos a salas con capacidad para miles de personas. Pasados unos minutos tras cerrarse las puertas, no quedaba nadie con vida. Para sus asesinos era una breve espera, para ellos, una larga e infernal agonía.
Los seleccionados pronto eran asignados como sujetos de experimentación o trabajadores esclavos. Uno de los trabajos podía ser el de ocuparse de de extraer e incinerar los cadáveres. Esta era la función de los sonderkommandos, quienes cada cierto tiempo solían ser ejecutados, escogiendo otros nuevos.
Auschwitz III – Monowitz
El más importante de los campos de trabajo periféricos, aquí los esclavos eran explotados en beneficio de la industria nazi, específicamente de IG Farben. Cuando su salud empezaba a flaquear, eran enviados a las cámaras de gas.
Los extremos de la crueldad y las marchas de la muerte
No satisfechos con todos los horrores infligidos a sus víctimas, el nazismo llegaba a los extremos de utilizar los cuerpos sin vida como materias primas para diversos productos. No entraremos en detalles; las historias son conocidas y el solo hecho de utilizar un cadáver humano para fabricar algo ya resulta lo bastante inconcebible en sí mismo.
La maldad final que realizaban al verse forzados a abandonar los campos buscaba enmascarar lo que en ellos habían hecho. Abandonaban a algunos prisioneros, masacrando a muchos otros y obligando a aquellos capaces de andar a recorrer kilómetros a pie, recluidos en vagones de carga y de nuevo a pie (sin comida, agua ni vestimentas adecuadas, como era habitual en los traslados de prisioneros), para evitar que las tropas enemigas los encontraran, ejecutando a quienes no podían seguir y, en ocasiones, a los que sobrevivían a las marchas.