Según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer es una de las principales causas de mortalidad a nivel global. La mayor incidencia de esta enfermedad es diferente entre hombres y mujeres, siendo el cáncer de mamas, colon, hígado y pulmón las formas más comunes de la enfermedad.
La lucha contra esta enfermedad se basa fundamentalmente en la prevención, detección temprana y actuación inmediata. Los protocolos de tratamiento tradicional implican cirugía para eliminar el tumor, así como quimioterapia y radioterapia para frenar el crecimiento de células cancerígenas.
Adicionalmente, se han desarrollado una serie de terapias alternativas, entre la que destaca la oncothermia, un procedimiento no invasivo capaz de acelerar la destrucción de las células cancerígenas sin afectar los tejidos sanos.
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¿En qué consiste la oncothermia?
La oncothermia se trata de una técnica complementaria a los tratamientos tradicionales contra el cáncer. Se utiliza un campo electro alterno fractal que es generado por un polo fijo y otro móvil, con el objetivo de aplicar energía y aumentar la temperatura de los tejidos con tumores y de ese modo causar la desestabilización de las membranas celulares debido al estrés térmico producido por las temperaturas elevadas, un fenómeno que se denomina apoptosis o muerte celular programada.
El efecto consigue que el sistema inmune logre detectar las células malignas, deteriorarlas y posteriormente eliminarlas del organismo, haciendo más efectivas las terapias oncológicas tradicionales.
Por esta razón, se trata de un tratamiento complementario bastante eficiente, capaz de acelerar el proceso de curación y disminuir los efectos secundarios molestos para el paciente.
La técnica tiene como fundamento las investigaciones desarrolladas por el doctor Andras Szasz, quien en 1988 descubrió el efecto positivo del método de electro-hipertermia sobre los tejidos afectados por células cancerígenas.
Con la aplicación de la terapia se consigue sinergia con los tratamientos de radioterapia y quimioterapia, así como en los procesos previos y posteriores a la cirugía. Su principal característica es la posibilidad de actuar directamente sobre el tejido cancerígeno sin dañar las células saludables.
Una sesión puede durar entre una hora y un máximo de dos horas, dependiendo de las características de cada paciente y el mandato del médico tratante.
Beneficios de esta terapia para el paciente oncológico
En primer lugar, el paciente puede acelerar la destrucción de las células cancerígenas, ya que el calor induce la apoptosis, inhibiendo el crecimiento de las células y tejidos tumorales gracias a la alteración de su ciclo neoplástico celular.
Se trata de un tratamiento no invasivo, por lo cual funciona como complemento de las terapias tradicionales sin que sea necesaria su interrupción y reduciendo los efecto secundarios de las mismas.
Genera una respuesta eficiente del sistema inmunitario, haciendo que tanto tumores primarios como metástasis remitan de una manera más rápida, en comparación con la aplicación única de tratamientos médicos convencionales.
El campo eléctrico empleado solo afecta los tejidos afectados, interviniendo en sus procesos bioquímicos y provocando el colapso celular, pero esto solo ocurre sobre los tejidos dañados y no sobre el tejido sano.
Interesante.