Donald Trump se ha lanzado a una carrera frenética para tratar de secar la ventaja de que Joe Biden tiene en la mayoría de encuestas, especialmente en los estados indecisos, donde se juega la presidencia. El candidato a la reelección no quiere ser el primer presidente republicano a perder unas elecciones desde que lo hizo George HW Bush contra Bill Clinton en 1992, y los últimos días de campaña se ha propuesto visitar Michigan, Iowa, Carolina del Norte, Georgia y Florida. Biden centrará los esfuerzos en Pensilvania, un estado que Trump arrebató a los demócratas en 2016.
El candidato demócrata ha mantenido relativamente estable la ventaja en la preferencia de voto de los estadounidenses (supera Trump de 7,8 puntos porcentuales en el promedio de encuestas de Real Clear Politics) y va por delante en la mayoría de los estados clave. La diferencia en estos estados, sin embargo, no es lo suficientemente amplia para dar por hecha la victoria de Biden. La carrera está muy ajustada en Florida, Carolina del Norte y Arizona, mientras que Biden tiene una ventaja algo mayor en Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
Según los analistas, para volver a ganar las elecciones, Trump se impondrá en estados donde hay prácticamente un empate técnico según las encuestas, como Florida, Georgia, Carolina del Norte, Iowa y Arizona, y vencer en al menos uno de los estados del Medio Oeste que recuperó en 2016 y donde ahora va entre 4 y 6,2 puntos por debajo, como Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
Otro de los indicadores que los analistas políticos están utilizando para tratar de adivinar hacia dónde se decantará la carrera es el del voto anticipado. A estas alturas ya han votado 92 millones de personas, un registro récord, lo que ha levantado muchas esperanzas entre los seguidores de Biden. Entre otras razones, porque en las colas se han visto muchas personas que tradicionalmente votan demócrata, como los negros.
El equipo de campaña de Trump atribuye la alta participación en la votación anticipada en el miedo irracional del coronavirus que, según ellos, han promovido los demócratas. Los republicanos aseguran que sus irán a votar mañana, día de las elecciones, y el presidente incluso vaticina una «ola roja».
Los demócratas afirman que el hecho de que la votación anticipada haya sido un recurso multitudinario lo que refleja es entusiasmo y no miedo del coronavirus.
Biden ha hecho de la gestión de la Covid-19 uno de los principales argumentos de la campaña en un momento en que en EEUU se han superado los nueve millones de casos y los 230.000 muertos. Trump, en cambio, ha minimizado los efectos.
Ambos buscan en este sprint final de campaña el voto de los indecisos, que teñirá de rojo o de azul la Casa Blanca. Biden, centrado en Pensilvania; Trump, en tantos estados como pueda. Hoy cerrará la campaña en Grand Rapids (Michigan), el mismo lugar donde terminó el camino que lo llevó a la Casa Blanca en 2016.