Poco antes de la decisiva cumbre europea para el Brexit del 17 y 18 de octubre, los jefes de estado se han convertido en verdaderos corredores de apuestas. La primera ministra británica, Theresa May, considera que el acuerdo es «factible» a pesar de los vientos en contra que enfrenta en su país. Nada va bien, para el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para quien el fracaso de las negociaciones es «más probable que nunca». Mientras tanto, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, piensa que la conclusión de un acuerdo esta semana es «improbable», refiriéndose a las decisiones en noviembre o diciembre. Una creencia que aparece como la más realista.
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A cada uno su Brexit
El punto muerto en el lado británico, donde el gobierno conservador está atrapado entre los partidarios de un «Brexit duro» y los partidarios de un «Brexit suave». Por no mencionar el rompecabezas insuperable de Irlanda del Norte, que debe abandonar la UE sin restaurar una frontera física con la República de Irlanda, de conformidad con el acuerdo de paz del Viernes Santo firmado en 1998.
No grounds for optimism before #Brexit #EUCO. Only source of hope for now is the goodwill and determination on both sides. For a breakthrough we need new facts.
My press remarks after #TripartiteSocialSummit: https://t.co/iaOG6aDQJ4 pic.twitter.com/usQ2zZ9KEK— Charles Michel (@eucopresident) October 16, 2018
Los 10 parlamentarios del DUP de la Unión del Norte, que Theresa May necesita para formar su mayoría, se niegan a ser aislados del resto del Reino Unido, asumiendo los controles aduaneros en el Mar de Irlanda. Ellos están apostando por «un escenario sin acuerdo».
«Medidas de dilatación»
Frente a este embrollo, la tentación de un Brexit «difuso» se afianza, con un acuerdo sobre las líneas principales y un aplazamiento de los temas de la discordia. «Este es el momento de demorar las tácticas para ahorrar tiempo»,confirma Christian Lequesne, especialista en temas europeos en Sciences-Po.
On a #Brexit deal: It always seems impossible until it's done. Let us not give up. My #euco invitation letter https://t.co/YaVdCF5gyf
— Charles Michel (@eucopresident) October 15, 2018
Así, Theresa May propuso mantener un «acuerdo aduanero temporal» entre el Reino Unido y la UE, hasta el surgimiento de una solución sobre el problema de la frontera irlandesa. Los ingenieros compiten ingenuamente para convencer de la posibilidad de un «Brexit inteligente» en el que las tecnologías de la información y la tecnología podrían hacer que el resurgimiento de las fronteras sea indoloro. Jacques Gounon, CEO de Getlink (ex Eurotunnel) cree que el que propone en un artículo de la Fundación Schuman «darse tiempo para la construcción de la futura frontera inteligente (European Smart Border)».
Brexit, la cuenta atrás
No todos son de esta opinión en el Partido Conservador británico. «Temporal significa eterno«, el sábado 13 de octubre, el diputado Jacob Rees-Mogg en un evento organizado por el grupo Pro-Brexit Leave significa salida. Como él, los euroescépticos más soberanos temen que el status quo obstaculice la negociación de acuerdos comerciales con terceros países.
Meeting with @MichelBarnier at critical moment of #brexit talks. To reiterate EU27’s full support for his work. And to prepare for our #EUCO discussion Wednesday evening. pic.twitter.com/W72YN1ITb6
— Charles Michel (@eucopresident) October 16, 2018
Un método ya probado
Sin embargo, es esta estrategia de Brexit «difuso» la que ha permitido superar el problema del Reglamento Financiero del Brexit en la primera fase de las negociaciones. Londres y Bruselas no han acordado una cantidad a pagar, sino un principio de cálculo: todos los compromisos asumidos antes de Brexit se cumplirán como si el Reino Unido hubiera seguido siendo un Estado miembro, con solicitudes de fondos que ven sobre el agua
«Nunca quisimos cuantificar el proyecto de ley, porque era demasiado difícil de asumir internamente para los británicos», dice una fuente cercana a Michel Barnier. Esto le ha permitido a Theresa May adelantar a la opinión pública un monto de factura aceptable, 40 mil millones de euros, aunque la mayoría de los observadores están de acuerdo en que probablemente será más.