El divorcio y la separación son procedimientos cada vez más habituales en la sociedad. Lo cierto es que, dependiendo del tipo de divorcio que se inicie, así hará falta llevar a cabo unos pasos y otros, sabiendo que siempre se debe hacer con especialistas en el sector que conozcan a la perfección todas las obligaciones que hay que cumplir, así como los derechos de los cónyuges.
Aunque el divorcio es un proceso que lleva asentado en España desde hace bastante tiempo, no fue hasta el año 2005 cuando, tras una de las últimas reformas del Código Civil, se estableció que, en la actualidad, existen diferentes formatos de divorcio y separaciones, con sus procedimientos correspondientes.
Lo primero que hay que decir al respecto es que, cuando se habla de divorcio, se está haciendo referencia a la ruptura de un vínculo existente entre dos personas. Personas que deciden poner fin a su matrimonio, por diversos motivos. Es importante tener en cuenta que, dependiendo de la forma en la que los cónyuges se separen, así el proceso será más o menos sencillo, no obstante, de cualquiera de las maneras, a la hora de iniciar uno de estos trámites, la mejor opción es contar con los servicios de abogados especialistas en Derecho de Familia.
No hay que olvidar que esta rama del derecho es la que se encarga de todos estos trámites, así como de otros relacionados en todo momento con los casos familiares. Debido a la complejidad de algunos procesos y a toda la documentación que hay que presentar al respecto, es esencial contratar expertos abogados que guíen en todo momento a las partes implicadas y trabajen por conseguir los mejores beneficios en cada caso.
No obstante, si bien este tipo de abogados serán muy necesarios siempre que se inicie un divorcio, sus funciones y competencias pueden variar dependiendo de la modalidad elegida para llevar a cabo este trámite.
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¿Cuántas modalidades de separación existen en España?
Como bien se ha mencionado, en el momento que dos personas deciden separarse o divorciarse quiere decir que tienen claro que van a romper su unión. Hay que decir que, tras las últimas reformas de la normativa vigente al respecto, la ley establece que, en la actualidad, los implicados pueden elegir entre diferentes formatos de separación. Así, está la separación propiamente dicha, el divorcio de mutuo acuerdo y el contencioso. ¿En qué consiste cada uno?
Separación
En este caso, el vínculo se rompe en lo que se refiere a la convivencia, por tanto, las dos partes dejan de vivir juntas. Hay que decir que la separación no tiene efectos legales, puesto que no es un procedimiento por el que se pueda romper definitivamente el vínculo, aunque sí suele ser el proceso previo al divorcio posterior.
Divorcio
Dentro del divorcio, se pueden encontrar dos tipos, por un lado, el llamado de mutuo acuerdo y por otro, el contencioso. Aunque ambos procedimientos tienen el mismo fin, hay que tener en cuenta que los trámites difieren bastante, uno de otro. Así, en el caso del divorcio de mutuo acuerdo, tal y como su nombre indica, es un proceso en el que las dos partes tienen claro que quieren separarse.
Se trata de un procedimiento amistoso, en el que se llega a un acuerdo a partir de las bases establecidas en un convenio regulador. En dicho documento se añaden todos los pactos a los que se ha llegado, pudiendo incluir régimen de visitas a los hijos, régimen de pensiones o el domicilio.
Por su parte, el divorcio contencioso es mucho más laborioso y duradero en el tiempo. De hecho, los abogados de divorcio contencioso se vuelven muy necesarios en la mayoría de los casos debido a que, cuando se produce esto, lo habitual es que solo una parte haya interpuesto la demanda y, por tanto, surgen numerosas controversias al respecto.
Se trata de un proceso mucho más costoso que el anterior debido a todos los pasos que hay que dar, sabiendo además que, cuando ocurren estas cosas, es porque hay problemas graves dentro del matrimonio que no pueden solventarse con el diálogo. Para poder iniciarlo, es imprescindible que ambas partes demuestren que el matrimonio ha tenido una duración de, al menos, 3 meses, sabiendo que existen algunas excepciones como en los casos en los que la vida de alguno de los cónyuges corre peligro.