No son buenos tiempos para solicitar créditos. El panorama económico y laboral dibuja un futuro bastante extraño para empresas y familias, sobre todo como consecuencia del coronavirus y las complicaciones que ha traído, llegando a provocar un estado de alarma que lo ha paralizado todo durante un tiempo. Una situación de lo más inusual, que ha puesto en jaque los ahorros y la economía en muchísimos hogares.
Mucho tiempo sin trabajar y sin generar ingresos, muchos despidos inadecuados que han dejado a muchas personas sin su puesto de empleo y también unos ERTE que llegan, pero que no son suficientes para poder hacer frente a los gastos habituales. Poco a poco se va viendo la luz a medida que nos adentramos en la nueva normalidad, aunque la amenaza de un rebrote no deja de sobrevolar otoño, pero también poco a poco se va viendo que la economía no llega, y que es posible que sea necesario recurrir a algún tipo de crédito para hacer frente a cualquier gasto relevante, sobre todo a aquellos con los que no se contaba.
Sin duda, no es la mejor opción, porque cualquier clase de préstamo o crédito es sinónimo de deuda y de solución más a corto que a largo plazo. No obstante, hay quienes se ven obligados a dar ese paso porque no encuentran otro camino, lo que les hace presentarse frente a una fuerte dicotomía. Qué elegir, ¿un crédito online o un crédito tradicional?
Créditos online y tradicionales, las principales diferencias
Son dos formas de producto diferentes en métodos y en plazos, pero iguales en objetivo. Ambas buscan dar una inyección de dinero esencial para el solicitante, sea para el tipo de gasto que sea. Ahora bien, hay que decir que, puestas una frente a la otra, hay grandísimas diferencias entre ambas, sobre todo en cuestiones como la comodidad, la flexibilidad o incluso el cumplimiento de la ley.
Es cierto, de hecho, hay algunas entidades online bastante peligrosas, ya que actúan con fines poco éticos y se centran en exprimir al consumidor a base de intereses abusivos, plazos extremadamente reducidos y cláusulas totalmente injustas. Para evitarlas es altamente recomendable acudir a webs especializadas o que muestren todas las características de cada préstamo online con todo lujo de detalles. Si quieres, puedes ver más información en este enlace al respecto.
Pero, ¿cuáles son las principales diferencias entonces? La más importante ya la hemos mencionado, que es la transparencia. Aunque no siempre, existen empresas online que intentan estafar a los consumidores con sus cláusulas excesivas. Eso, en caso de acudir a entidades bancarias, no sucede directamente. Los bancos están mucho más regulados por la justicia, y no se puede decir lo mismo de productos como los minicréditos online o los préstamos rápidos por internet.
La regulación es otra diferencia clave, y una que además hace mucho por la seguridad del consumidor. Un banco con cláusulas abusivas puede ser denunciado y el cliente indemnizado, con una alta probabilidad de ganar el caso al amparo de la ley actual. Una financiera que estafe es mucho más difícil de perseguir, por lo que se exige al solicitante del préstamo que se ande con mucho más cuidado desde el primer momento.
Por otra parte, cabe destacar la diferencia en cuanto a plazos de tiempo cuando miramos al trámite de solicitud e ingreso del dinero. Un banco puede tardar mucho más, ya que es obligatorio concertar una cita previa en la mayoría de casos, rellenar papeles, presentar avales y pasar por diferentes pasos y fases hasta conseguir la aprobación. Por su lado, el crédito online puede concederse en segundos, dando el dinero al momento al solicitante.
Es una de las principales diferencias entre ambos modelos, y la que más hace al público decantarse por lo que ofrecen las entidades financieras a través de internet. De hecho, cada vez más bancos apuestan también por ofrecer servicios en este sentido para acercarse también al público moderno. Huelga decir que recurrir a una financiera o un banco por internet es lo mismo, aunque siempre es más fiable la entidad bancaria por la transparencia que se le exige en todo momento.
Todo esto sirve para marcar las distancias entre ambos modelos de producto financiero. Por una parte están los créditos por internet rápidos, ágiles y flexibles, aunque con ese peligroso doble filo que puede encarecerlos exponencialmente o apretar al solicitante con plazos muy estrictos. Por otra parte están los créditos y préstamos tradicionales, más lentos, pero mucho más fiables y con mayor margen de maniobra para renegociar o replantear plazos en caso de ser necesario.
Son las dos vías con las que muchos se encontrarán en estos difíciles tiempos en lo económico, aunque hemos de insistir. Si es posible evitar el tener que recurrir a cualquier tipo de préstamo o crédito, siempre será mucho mejor que utilizarlos.