El fracking o fracturación hidráulica es una técnica para extraer gas natural que busca nuevas fuentes de energía en lugares poco convencionales y de difícil acceso. Comenzó a emplearse por primera vez en la década de los 40 del siglo pasado aunque su mayores cotas de popularidad las ha vivido en la primera década del siglo XXI, con su utilización generalizada en Estados Unidos.
El gas se extrae de una capa entre 2.000 y 3.000 metros de profundidad, por lo que requiere de una gran perforación. Para la extracción se emplea agua a presión mezclada con agentes químicos. En los últimos años han surgido muchas voces contra esta práctica, tanto desde grupos ecologistas como de diversos expertos.
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Países que han prohibido el fracking en el mundo
En la actualidad hay más de 15 países en el mundo que han prohibido el fracking. El último en sumarse a la lista ha sido Escocia. La lista completa de estos países está compuesta por Francia, Alemania, Irlanda, Bulgaria, Nueva Zelanda, República Checa, República Sudafricana, Suiza, Italia, Inglaterra, algunos estados de EEUU, la mencionada Escocia y España.
Los países que han prohibido el fracking basan su decisión en estudios argumentando los riesgos para la población y el medioambiente de esta técnica. Algunos productos empleados en la perforación y fractura de rocas son tóxicos y podrían afectar a la salud de las personas, afectando tanto al sistema respiratorio como al hígado o sistema nervioso. En este sentido, un estudio de la Universidad de Missouri concluyó que al menos 100 de los más de 750 compuestos químicos empleados en el fracking tienen efectos hormonales nocivos para los seres humanos.
Además, el fracking puede llegar a destruir paisajes y provocar accidentes, fugas, derrames e incluso explosiones. Sus daños al medioambiente pueden ser irreparables, alterando ecosistemas, contaminando suelos y atmósfera.
Otros riesgos para la salud del fracking están relacionados con la potencial contaminación del agua, tanto subterránea como superficial. Y, por último, el fracking también puede entrañar consecuencias negativos respecto al cambio climático, al emitir gases contaminantes a la atmósfera. Las fugas en pozos de gas y tuberías también pueden contribuir a la contaminación del aire e incrementar las emisiones de los temibles gases de efecto invernadero.
El caso español
En España, el año pasado salió adelante una proposición parlamentaria de la oposición para prohibir el fracking en todo el territorio. La iniciativa pretendía llevar a cabo los cambios legislativos necesarios para prohibir esta técnica en el país, aún respetando las competencias de las comunidades autónomas. Las razones esgrimidas para solicitar esta prohibición eran de salud medioambiental y para evitar riesgos para la integridad de las personas.
Aunque el desarrollo legislativo no se ha producido aún, el hecho es que en la actualidad no hay ningún proyecto relacionado con el fracking en España en ninguna de sus comunidades y no existen empresas con estructura habilitada para ello.
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