Al principio del año 2020 los mercados bursátiles tuvieron un comportamiento bastante normal e incluso positivo, pero con la pandemia a las puertas se presagiaba el desastre y, para marzo de 2020, el colapso del mercado de valores fue una realidad palpable, con el Dow Jones, el índice S&P 500 y el NASDAQ-100 atravesando sus peores semanas de negociación desde el 2007.
En la web www.economiadehoy.es han realizado un completo seguimiento del comportamiento de los mercados bursátiles en medio de la situación epidemiológica a la que se enfrenta el planeta. A partir de esta información es posible analizar el impacto y su recuperación para proporcionar una visión completa de uno de los años más turbulentos para los mercados.
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Periodo de inestabilidad a consecuencia del coronavirus
La fluctuación violenta que presenciamos a lo largo de 2020 fue consecuencia innegable de la crisis sanitaria. El lunes 24 de febrero, el Dow Jones Industrial Average y el FTSE 100 protagonizaron una caída del 3%. Desde ese momento se dispersó la noticia del brote de COVID-19 fuera de las fronteras de China y para el 28 de febrero los mercados globales colapsaron.
Desde ese periodo la inestabilidad en el rendimiento de los títulos del Tesoro de Estados Unidos, que cayó un 1% (su mínimo histórico), junto a la guerra por los precios del petróleo entre Arabia Saudí y Rusia, con un barril de crudo llegando a costar 37 dólares, supuso sin lugar a dudas, un absoluto caos que colocó en jaque a la economía y que ahora se enfrenta además a una tercera ola de la pandemia.
¿Cuáles fueron las medidas aplicadas para disminuir los efectos negativos del virus en la economía?
La gran mayoría de países tomaron importantes decisiones en cuanto a sus políticas monetarias. En primer lugar, el Banco de Inglaterra bajó la tasa de interés bancaria y anunció la inyección de 200.000 millones de libras esterlinas en el mercado financiero; Estados Unidos hizo lo propio, mientras que el Banco Central Europeo inyectó 750 mil millones de euros a la economía europea.
Todas estas acciones fueron determinantes para aclarar el panorama y hacer que los inversores tuvieran mayor tranquilidad. Desde ese momento, la totalidad de los índices bursátiles comenzaron a tener un comportamiento positivo, aunque sin eliminar la volatilidad. Para agosto, el Dow Jones alcanzó su máximo de 29,199 puntos y volvió a caer en septiembre.
No obstante, no todo fue negativo para los inversores. Con los sistemas financieros inundando de liquidez y bajas tasas, la inyección de recursos económicos permitió amortiguar en cierta medida los efectos del confinamiento y permitió a las empresas recuperar un poco de la liquidez perdida. Las empresas tecnológicas fueron las más beneficiadas, con Amazon y Apple liderando el sector.
Para noviembre de ese año, los resultados de la vacuna de Pfizer generaron expectativas por una pronta recuperación global. No obstante, cabe destacar que una gran parte de los sectores todavía no están bien debido a la paralización de las actividades no esenciales por un lapso de tiempo tan prolongado.