El paso del tiempo es inexorable para todas las personas, lo que, sumado a la vertiginosa actividad diaria, hace que el cuidado adecuado de las personas mayores a veces sea más adecuado en una residencia de ancianos; en estos centros, nuestros seres queridos serán atendidos de una manera profesional, haciendo que sus años tengan una mejor calidad de vida.
Llegado este momento, hay familias que son reticentes a llevar a sus ancianos a una residencia. Es algo normal, según reconocen los psicólogos, pero ello no significa apartarles ni distanciarles de su entorno familiar, sino todo lo contrario. El traslado a una residencia de calidad implicadotarles de unos cuidados que, a veces, no pueden dedicárseles en el núcleo familiar, pero sí en residencias especializadas en cuidados de personas mayores.
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¿Cuándo debemos llevar a nuestros mayores a una residencia?
Es complicado responder a esta pregunta. Hay casos y casos. Los expertos indican que el traslado a una residencia se debe plantear cuando hay un grado alto de una enfermedad o demencia y, por consiguiente, se necesitan de unos cuidados especializados que, independientemente de nuestro ritmo de vida, no se pueden proporcionar en el núcleo familiar. Normalmente, en las residencias, los residentes son agrupados en función de su situación física y mental y son atendidos por profesionales especializados en función de sus necesidades.
Elegir residencia: pasos a seguir
Cuando llega ese momento de elegir una residencia a nuestros mayores, ¿qué consejos son los que deben seguirse a la hora de optar por una residencia u otra? A continuación, te indicamos algunas claves básicas a considerar. Valorar distintas opciones de centros para mayores es importante, especialmente en función del estado físico y mental de la persona, así como del entorno familiar. En este punto, los servicios sociales siempre suelen asesorar de manera conveniente.
Una vez que tenemos ‘elegidas’ algunas residencias, es muy importante visitar estos centros. Es necesario que nos enseñen las instalaciones, que nos informen de las actividades se ofrecen a nuestros mayores y qué cuidados proporcionan en función de sus necesidades. Otros puntos importantes a evaluar en la visita son la existencia de jardines o terrazas para pasear, de protocolos de actuación establecidos, la adaptación del centro a personas con alguna discapacidad de movilidad, la limpieza del centro, los protocolos de seguridad, la calidad de la restauración o el equipamiento de las habitaciones y salones. Asimismo, debemos aprovechar la visita para preguntar todas aquellas dudas que puedan surgir en la visita o incluso hacer una llamada posterior en caso de que surjan dudas adicionales.. Asimismo, a la hora de decantarse por una residencia u otra es importante la experiencia y los años de antigüedad de estos centros.
La ubicación de la residencia de ancianos es otro punto a considerar. Siempre que se pueda, puesto que depende muchas veces del tema económico y de los trámites administrativos, es mejor que nuestros mayores residan cerca de nuestro domicilio. Hay que tener en cuenta que vamos a visitarles con cierta asiduidad; de lo contrario, no se estaría cumpliendo esa norma de mantener ese vínculo familiar.
Otro aspecto interesante es el tema de alimentación y los horarios. Muchos de nuestros mayores necesitan una dieta y unos horarios, por temas de medicamentos, a cumplir y eso hay que vigilarlo. E igualmente, aunque esperemos que no se requiera durante un buen tiempo, si esa residencia de ancianos cuenta con unos servicios médicos y de enfermería acordes a las necesidades de los residentes. Una vez que se haya elegido la residencia, el último consejo sería revisar los contratos y el precio a abonar.